Apreciados clientes de esta mecánica,
Tengo un amigo que partió hace un tiempo a lejanas tierras orientales en busca de mejores oportunidades. Fue a dar a Shangai, la ciudad que ahora produce millonarios a escala industrial y está sembrada de rascacielos de cuyas terrazas se avienta en paracaídas Tom Cruise cuando está aburrido. Allí mi amigo conoció a una lugareña…
con la que tiene un amorio, una pasión intercultural que le está poniendo patas para arriba su corazón y su cabeza.
Puede que el problema radique en que el mandarín de mi amigo es tan exhuberante como la flora y fauna de la luna y el español de su novia sea equivalente a un 0.0001%, el hecho es que parece ser que cuando uno se enamora en China comienza a manifestar un comportamiento extravagante, categoría “chiripiorca”.
Esto de que el amor nos vuelve locos no es reciente, de hecho El Hombre de Cro-Magnon, quien alterna con toda clase de criaturas antediluvianas, halló a estos tres lunáticos haciendo su número en las regiones más apartadas de los inicios de los 8Otas:
Todo indica que la locura habitual del amor se intensifica en Oriente. Aquello le sucedió al “camaleón del rock” David Bowie, cantante que sobrevivió a un febril enamoramiento que lo hizo merecedor de un saco de fuerza otorgado por la policía china por alborotar la paz en las calles. Aquí más abajo el video que reseña tales desvarios.
Con afecto,
E.M.A.
Deja una respuesta