Buenos días con todas/os,
Estamos a una semana de aquel día que le provoca “sudores fríos” a los miembros del Club de los Corazones Accidentados y es preciso irles dando las herramientas para que enfrenten la situación de la mejor manera. Comencemos entonces…
Aunque para algunos declarársele a la persona que les gusta es cosa que debe ser superada del todo -así piensa el hombre de la piel que no requiere crema de aguacate-, es una práctica que aún existe y provoca serios problemas de gastritis, sino pregúntenle a Elchico D’Lentes que se pasa elaborando planes para acercarse a la chica que le atrae con la menor cantidad de palabras posibles.
Al momento de la declaración pesan aspectos de tipo cultural:
-un polinesio no le “abriría su corazón” a su amada, ni siquiera la besaría porque se supone que ellos prefieren restregarse las puntas de sus narices;
-en cambio un extraterrestre prefería mostrar su voluminosa masa encefálica para impresionar a su chica; sí, porque su cerebro está a la vista gracias al casco de cristal que usa, lo cuál facilita la exhibición de su muy rosado y saludable córtex;
-no faltan los tipos clásicos que optan por el combo “me arrodillo y con la una mano en el pecho y la otra sosteniendo una flor te digo lo que siento por ti”, quienes aceptan el riesgo de que la chica se aburra durante el procedimiento y se ponga a mensajearse con sus amigas.
El tema de las diferencias culturales me lleva a la declaración memorable de la que les quiero hablar. Fue “un amor de película” ya que en realidad sucedió dentro de una: ‘Say Anything’, que traducido al latinoamericano significa algo así como “Dí lo que quieras papito”. Es en este territorio de celuloide que se conocen y gustan Lloyd Dobler y Diane Court.
El asunto “es complicado” porque ella es una chica estudiosa con un futuro que promete y él un tipo que quiere arrasar con sus adversarios en el cuadrilátero a punta de patadas estilo kickboxing.
Los malentendidos dentro de esta pareja van y vienen, mientras el público devora sus palomitas de maíz y refresca sus gargantas sorbiendo con gran concentración los refrescos que compraron a la entrada del cine.
En un momento Lloyd decide declararle su amor a Diane y lo hace de una forma que sólo se le ocurriría a un gringo: desde fuera la casa de su amada se para sosteniendo un equipo de sonido portátil de cuyos parlantes sale una bella canción de Peter Gabriel titulada ‘In Your Eyes’ -que traducido al latinoamericano significa algo así como ‘¡Mamita linda, pero qué ojos tan precisosos tienes!’
Y bueno, si quieren saber en qué acaba esa historia tienen checar la película. Lo fundamental es que hay formas creativas para sacar lo que el corazón ya no quiere callar.
Una sugerencia final, de aplicar la idea de Lloyd en sus propias vidas, por favor molesténse en adaptarla a nuestra idiosincracia: pueden reemplazar la radio portátil por un trio que toque boleros y llevar puesto un buen casco por si el papá de la chica les avienta un zapato.
E.M.A.
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