Cuando uno mira con detenimiento a la gente que nos rodea, en especial a los amig@s y la pareja, es posible llegar a la conclusión de que esas personas a las que nos hemos acercado, de forma voluntaria o inconsciente, son un reflejo y una extensión de quienes somos. Ell@s son quienes nos asisten para comportarnos de ciertas maneras y repetir las actitudes a las que estamos habituados. De alguna forma ell@s son nuestros cómplices. Al usar la palabra “cómplice” no estoy valorizando esa situación como buena o mala, simplemente la aplico en base de uno de los sentidos del diccionario: “Que manifiesta o siente solidaridad o camaradería”.
Claro está que alguien que te aprecia de verdad debería decirte de frente lo que piensa que está mal en ti. Sin embargo, la tendencia es que nos acerquemos a gente similar a nosotros, y a quienes son diferentes cuando ellos pueden complementar lo que no tenemos o creemos no tener: la chica tímida y silenciosa con baja autoestima que es la mejor amiga de una chica popular en el colegio; el tipo que es puro corazón que anda con su amigo que es hiper-racional. El punto es que no buscamos contradictores en nuestros amig@s y parejas.
En cualquier caso, lo curioso es que la tendencia general es que lo que nos junta, y está idea puede sonar polémica, es nuestro “lado oscuro”, nuestros defectos y manías: “Dios los cría y el diablo los junta”. Ejemplos sobran: el tipo inseguro y frágil que busca una mujer dominante y mandona; la chica que piensa que no es lista y le gustan los chicos intelectuales, “come libros”; el hombre que se piensa feo y anda siempre con mujeres que parecen modelos y tienen rostro de muñecas; hombres/mujeres que se consideran “viejos” –porque la “vejez” y la “juventud” son actitudes mentales- y se quieren rejuvenecer con la compañía de parejas jóvenes; las personas huérfanas, sin figura paterna y/o materna, que quieren conseguirse una pareja que sea el/la papá/mamá que no tuvieron.
Sí, queridos amig@s de este mecánico, con frecuencia amamos entre las sombras y no hay quien lance la primera piedra. No obstante, la cuestión es cómo crecer y alcanzar la luz, al igual que la plantita que se levanta desde la oscura tierra para acercarse al cielo.
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