Aquel que crea que con un auto lujoso, ropa de moda, regalos, y una armadura estandarizada de músculos son lo principal para acercarse a alguien se equivoca. ¡Alto antes de que le linchen! Es verdad que no perjudica tener todo eso, pero lo esencial desde la época de mi amigo el Hombre de Cromañón es ofrecer una conversación interesante, el sentido del humor y la calidez. No hay que olvidar que, a pesar de todo lo difícil que se ha vuelto encontrarse con calma con alguien frente a frente, con las palabras dichas se puede crear un ambiente acogedor en el que pueden estar dos. Si el lector es tímido compulsivo, como mi conocido Elchico D’lentes, deberá entrenarse en el antiguo arte de acercarse a un desconocido en un lugar público, que en estas épocas es como subirse al Monte Everest. ¡Ánimo, que la ansiedad social no es la última frontera de la experiencia humana!
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