Estimados clientes de mi grasiento pero acogedor consultorio:
Como ya les he explicado en mi “Máxima 30.”, cada quien ama como puede. Desde ese punto de vista, hay amantes de todo tipo en este mundo. Algunos son seres incomprendidos pues manifiestan sus sentimientos de una manera que la gente no capta. Eso le pasó a personajes ilustres, atormentados íconos de la cultura popular: King Kong, quien casi destroza Nueva York por la chica que le gustaba; El Jorobado de Notre Dame con un corazón tan grande como su protuberante espalda; Darth Vader –¡una vez más!-, quien al final mostró ser un padre cariñoso para sus hijos Luke y Leia; Gatubela, “la mujer gato”, quien tenía -literalmente- los pelos de punta por culpa de algunos malos hombres que se le cruzaron en su vida; Doña Clotilde, dama apasionada y fogosa, cruel e injustamente llamada “La Bruja del 71”; y más, much@s, much@s, much@s más.
En los modestos pero divertidísimos “cocktail parties” que organizo en el zaguán de mi mecánica a veces llega, si es que recuerda que le invité, mi amiga Margarita. Cuando su delgada figura aparece por la puerta avanza con ella un aura de distracción. Los ojos de Margarita son vivaces y saltones. Uno apunta hacia el este y el otro hacia el oeste, de modo que se puede afirmar que es una chica con una “perspectiva amplia de las cosas”.
Margarita es discretamente cortés. Prefiere los monosílabos a las frases elaboradas para conversar. Tiene un limitado repertorio de sonidos los que, dependiendo de la entonación, expresan lo que ella quiere decir. Un “ahhhh”, lanzado con voz ronca y angustiosa, comunica que Margarita ha tenido un mal día. Sin embargo, esa misma exclamación emitida de modo fugaz y cortante indica que ella se siente “cool” y despreocupada. No vayan a creer que esas son todas las herramientas que posee Margarita para decirle cosas a la gente, ella también cuenta con una risita nerviosa y encantadora que intercala con los ruiditos a los que nos tiene acostumbrados en las “zaguán parties” de los sábados.
Eso sí, aquel que desee preguntarle algo a Margarita debe estar preparado para recibir una hilera de “huumm’s”, “ahhhh’s” y “uuuhh’s” que ella ofrece en esos casos, mientras sus ojos parecieran perseguir las partículas subatómicas que flotan en la habitación.
Margarita tiene una mente que está…huumm…ahhhh…uuuhh… ¿cómo podría describirlo? …huumm…ahhhh…uuuhh…¡sí!, como llena de archivadores. Cuando ella conoce a alguien que le gusta es la persona más atenta que se puede encontrar, pero apenas ella te deja de ver, hay un duendecito travieso en su cabeza que pone este episodio en el archivador. Y ¡paaf!, en ese momento ella se olvida de ti. Por eso, estar con Margarita equivale a tener una relación con “La Bella Durmiente”, pero de una manera más complicada porque hay que despertarla un montón de veces cada día.
Esto explica aquel mote que ella recibido de ser “La Chica Intermitente”. Si alguno de ustedes quiere invitarle a salir a Margarita conviene que tengan clarísimo que su “motto” es: “De súbito recuerdo que te quiero…de pronto me olvido que te quiero…de súbito recuerdo que te quiero…de pronto me olvido que te quiero, etc.” Un detalle adicional, dado que Margarita es “La Chica Intermitente” su logo es: “…”
En futuras entregas les contaré de las aventuras por las que han tenido que pasar los pretendientes de Margarita para tratar de conquistar su intermitente corazón.
Un abrazo,
E.M.A.
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