Este es un principio que se puede aplicar casi a cualquier actividad humana. Construir una casa puede requerir varios meses. Tomar gasolina y quemarla, para dejarla reducida a cenizas, sólo unas horas. El amor y la confianza que alguien ha sentido por una persona en una relación de años se pueden resquebrajar de súbito cuando se presencia, por ejemplo, un acto de infidelidad. Devolver esos sentimientos a su estado original o tratar de restaurarlos es una tarea muy compleja, tal vez infructuosa, todo depende del daño cometido.
Sucede con frecuencia que lamentamos a posteriori la pérdida de la compañía maravillosa de alguien a quien no supimos apreciar. No estamos conscientes que muchas veces las circunstancias nos colocaron en medio de un jardín y enceguecidos pisoteamos sus flores y envenenamos sus fuentes. Sólo cuando el perjuicio está hecho despertamos y entonces puede ser muy tarde.
Hay palabras que cruzan el aire de manera violenta y causan destrozos en segundos. Es preciso sopesar antes lo que estamos por decir, más aún en el contexto de una discusión. Un arranque de cólera es capaz de transformar rápidamente la ternura que siente nuestra pareja en rencor y agresión.
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