En ocasiones nos preguntamos por qué no se aparece en nuestra vida la persona que estamos buscando o quienes nos atraen no sienten lo que nosotros por ellos. Esto sucede por varias razones, sin embargo, una que es determinante radica en buscar -“estar de cacería”, como diría El Hombre Impermeable – en el lugar erróneo…
A lo que me refiero con estar “en la pista de baile equivocada” es a permanecer desubicado: buscar pareja en los sitios incorrectos; al interior de grupos de personas con las que no haces “clic”, gente que te considera una especie de “animal raro”; jugando eternamente de visitante y no de local, para usar una metáfora tomada del fútbol. ¿Cómo dar con alguien que se interese en ti en semejantes condiciones, circunstancias en las que encuentras obstáculos para comunicarte, ser valorizado y mostrar lo mejor de ti?
Usando otra vez las analogías futbolísticas, hay excelentes jugadores que son traspasados a otro equipo en el que no rinden porque no se entienden con sus nuevos compañeros, la hinchada les detesta y el entrenador los tiene sentados en el banco de suplentes. Lo mismo sucede en las cosas del amor: pasas en la banca de los suplentes, sin jugar, debido a que estás intentando triunfar en un equipo inadecuado.
Dar con la persona correcta tiene mucho que ver con moverse en un entorno en el que uno funcione. De otro modo uno se condena al equivalente de tratar de sacar agua de un pozo seco o pedirle al olmo que le crezcan peras, como dice el refrán.
Las personas -amigos, colegas, entre otros- tienen características específicas que pueden potenciar nuestras cualidades si es que “hay química”. Sin embargo, de no darse esas condiciones, un entorno social inadecuado puede aplastar nuestros talentos y originalidad, lo que repercute en nuestros chances para hallar pareja.
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