Apreciadas amig@s,
Esta vez les quiero hablar de una clase de amor que emerge en circunstancias especialmente difíciles. Me refiero a aquellos amantes que supieron quererse en medio de cataclismos y otros desastres de orden cósmico. Seres que fueron capaces de intercambiarse una caricia y mantenerse tomados de la mano a pesar de que lo que les rodeaba se venía abajo.
Cuando me refiero a esta clase de personajes de ningún modo hago alusión a los sufridores y lloronas que habitan en las telenovelas, porque esos hacen pucheros por cualquier cosa: “que fulanito me abandonó por la sirvienta”, “que la mamá de Carlos Andrés me odia”, “que el señorito embarazo a la arrastrada esa”, “que tu verdadero papá no es tu papá sino su mejor amigo”, etc.
¡No!, los amantes en los que pienso ahora son de esos que expresan el sentir de sus corazones a sabiendas de que el planeta está a punto de ser impactado por un meteoro y que no queda mucho tiempo –claro está que aunque el planeta esté a punto de ser destruido, se requiere la autorización de la chica de la que siempre has estado enamorado para darle un beso final, so pena de recibir en vez un puñetazo final en la nariz- .
Por cierto, esa clase individuos saben hasta cuando tratar de salvar al mundo y cuando la cosa está perdida y es mejor sentarse con él/la querid@ a pasar un rato de “sano esparcimiento” antes de que todo sea vuelva puras estrellitas.
Deseo referirme en esta primera entrega a la pareja conformada por Taylor y Nova. ¿Quiénes son? Taylor llegó al planeta tierra, sin saberlo, en el año 3978 D.C. tras un viaje a velocidad de la luz iniciado en los setentas. El y sus acompañantes fueron recibidos por brutales gorilas montados a caballo que procedieron a darles una buena paliza. Resulta que habían ido a dar al planeta de los simios donde los humanos eran la última rueda del coche e incluso habían perdido la capacidad de hablar –quizás mi amiga Margarita “La Chica Intermitente” se sentiría cómoda en un lugar así-. Los colegas astronautas de Taylor tuvieron un penoso destino: a uno le practicaron una lobotomía y a otro lo disecaron y pusieron en un museo con pedestal y todo –la verdad, de estas cuestiones museológicas sabe más mi amigo El Hombre de Cro-Magnon.
Durante su estancia en el calabozo Taylor conoce y se enamora de una bella morena a la que nombra como “Nova”. Juntos escapan y deciden explorar un territorio denominado “La Zona Prohibida”. Allí Taylor se enfrenta a una postal apocalíptica: el torso de la Estatua de la Libertad yace derruido en la playa. No hay nada que hacer, el futuro de Tylor es su pasado.
Sin embargo, no todo es tan terrible pues ahí está Nova para consolarlo. Aunque era un niño cuando contemplé esa escena por primera vez, de inmediato me puse a pensar en asuntos prácticos que toda pareja debe resolver –sea en el año 3978 D.C. o en este año-: “¿cuántos hijos tendrán?”, “¿en dónde van a vivir?”, “¿dónde conseguirán los víveres?”, “¿de dónde van a sacar cepillos de dientes?”, “¿van a estar vestidos siempre con la misma ropa?”, etc. Y, claro, sólo esta gran pareja podría lidiar con semejantes preguntas.
Un abrazo,
E.M.A.
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