Y bueno,
Llegó la hora del homenaje de este trabajador de las tuercas y los pernos de esa máquina llamada “corazoncito” a una pareja épica (para ver la última entrega de esta serie hagan clic aquí plis). Me refiero Liz Taylor y Richard Burton. Se trata de dos estupendos actores que hace unas décadas fueron el equivalente a Angelina Jolie y Brad Pitt en materia de fama, porque en términos de talento los aquí homenajeados estaban a un millón de años luz de distancia.
Los dos se conocieron mientras filmaban allá por los sesentas “Cleopatra”. Liz interpretaba a la soberana egipcia mientras que Richard a Marco Antonio. En palabras de este último “el clic”se dio en medio de un descanso cuando ella le pasó una taza con agua para aliviar su resaca.
Un poco de contexto: a los dos les encantaba “empinar el codo”, “beberse todo el guaspete”, eran pues un par de “chumados” célebres y súper dotados. Por eso no les debe sorprender que Richard estuviera con frecuencia reseco y con la boca pastosa por la jarana de la noche pasada. Desde ese punto de vista los dos tenían un poderoso elemento en común con 12 años de reposo y faja negra incluida.
“Cleopatra” me pareció ciertamente épica y larguísima al punto de que no la terminé de ver porque frente de la tele me iba a consumir lo que me queda de vida. Una cosa es cierta: las interpretaciones de esta pareja son potentes y la química, en el sentido más literal del término, era indudable.
Ellos se casaron y divorciaron dos veces por incompatibilidad de temperamentos volcánicos. Eso sí, participaron en una película intensa y muy recomendable titulada “¿Quién teme a Virgina Woolf?” en la que muestran todas sus llamaradas.
Cuando se conoce más sobre Liz y a Richard, dentro y fuera del escenario, lo affaires de los amigos parecen mero trámite entre mortales. Por ello brindo por esta pareja que ya se quedará por siempre en la galería de amantes que adorna mi zaguán.
Hasta pronto,
E.M.A.
Deja una respuesta