Sensibles miembros de la especie humana,
Si hay algo que se consume en abundancia en estas fechas es el chocolate. De que es sabroso, “tiene hierro”, “me pone de buen humor”, “comer tres barras en seguidilla reemplaza la companía de un hombre”, nadie lo pone en duda. Sin embargo, conozco de la relación de dos cerditos que terminó mal por causa del chocolate.
Mi niño interno me recuerda haber visto un episodio de ‘Looney Tunes’ en el que Porky corteja a la cerdita Petuña. Él derrocha galantería y cariñitos en quien considera “la chanchita con la que permaneceré el resto de mi vida”. Hasta ahí no pasa nada extraño, pues todo luce como un romance promedio entre dos mamíferos muy robustos que se gustan.
Un día iba Porky contento a la casa de Petuña para regalarle una caja de chocolates, pero sufre un accidente y queda inconsciente (menos mal que el percance sucedió en una región despoblada de los Estados Unidos, porque si pasaba acá en “mi rancho” Porky hubiese terminado convertido en chicharrón en “un dos por tres”, empaquetado, publicitado en los medios de comunicación, distribuido y puesto en la percha del supermercado).
Durante su inconsciencia Porky visualiza un futuro en el que se casa con Petuña, tienen dos docenas de cerditos cuyo cuidado se torna inmanejable, ella se vuelve adicta al chocolate, aumenta varias tallas y, encima, se pasa el día tumbada en en el sofá…devorando más chocolate.
Porky despierta en brazos de Petuña, la que desesperada trata de reanimarlo. Al abrir los ojos y mirar el rostro de la cerdita, se le viene el recuerdo de la pesadilla y sale corriendo mientras la caja de chocolates queda abandonada junto a Petuña que mira confundida la huída de su galán.
A las lectoras que ahora mismo piensan “¿Y qué hay sobre esos hombres que hacen lo mismo que Petuña en la pesadilla de Porky, pero con la cerveza?” les digo: ¡tienen razón chicas! ¿La solución? Dar en estas fechas regalos que fomenten el desarrollo espiritual de la pareja, por ejemplo: un viaje astral de ida y vuelta al planeta del sistema solar de su preferencia; una regresión a aquellos tiempos en que tu querido/a era un faraón/princesa en la corte rusa; o un taller aplicado de telequinesis para principiantes.
Hasta pronto,
E.M.A.
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