Estimados lectores,
En un afán porque la vida cotidiana sea legitimada, voy a enviar al registro civil de la Ciudad Primavera una propuesta para que los apodos sean subidos de estatus, es decir, legalizados.
Así, los bebés podrán ser bautizados de una vez, ahorrándose la espera de años, con el apodo que recibirán cuando adultos. De ese modo, y sin las comillas que indican que se trata de un apodo, cabe que:
-la hija de mis vecinos sea bautizada como Juana Colorina Gómez (en un sentido homenaje al personaje telenovelesco que interpretara en los ochentas Lucía Méndez);
-un contento papá inscriba a su primogénito como Luis Pachanga Ramírez (en honor al amigo de Carlito Brigante. A quien tenemos en esta foto asistiendo a Carlito en un interrogatorio);
– a su vez, otro desdenfadado papá le pondrá su hijo José Saco de Plomo Gálvez (dignificando el mote con el que Condorito se refiere a su rival, Pepe Cortisona);
– por su lado, una joven pareja, aspirando a que su retoño devenga en toda una femme fatale, le pondrá a su hija Mosquita Muerta Peralvez;
-alguien, con la esperanza de que su hijo se convierta en un gran delantero, nombre a su hijo Burro Pérez (evocando el sobrenombre del jugador Ariel Ortega);
-hayan otros que, para asegurarse de que nadie dude de la belleza de sus hijos, les pongan Bombón Jiménez y Papacito Castro.
Y así la historia continuará hasta que ya nadie se acuerde de los clásicos y muy aburridos Luis, María y José.
Con afecto,
E.M.A.
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