Y llegó otro lunes de cine en compañía del hombre de la piel que nada le envidia a la de una trucha, quien me llevó a la vetusta sala de cine que queda en el barrio con la excusa de que “se trata de una película muy interesante sobre la que nadie sabe de qué mismo se trata”.
Apelando a mi muy robusta candidez, decidí atender a la función con la idea en la mente de que “si la película se llama ‘Prometeo’, debe ser porque promete mucho”.
Ya dentro de la sala, la gente se ubicaba en sus asientos, las parejas de novios comenzaban a estirar sus lenguas con piercing para la exploración mutua de sus respectivas laringes, y el señor de más allá comía sus palomitas de maíz como si se estuviera atrasando a su cirugía de coronaria.
La historia de la película se puede sintetizar así:
– En el futuro, cuando el nieto de Justin Bieber tenga como 80 años, a unos fulanos a los que les gusta el rock climbing les da por meterse en cuevas con pinturas rupestres.
-Ellos creen que los dibujitos de las paredes de una cueva son una invitación a ir a un lejano planeta. Eso me parece absurdo, es como si dentro de 300 años unos científicos descubren los rayones que hizo un adolescente aburrido en el pupitre de su colegio y piensan que es una compleja fórmula para entender el cosmos. De paso, aquí una pequeña galería de auténtico arte pupiestre estilo high school:
Continúo con la película:
-Los fulanos adeptos al arte de las cavernas emprenden un viaje de como dos años hasta llegar a un planeta para golpear a la puerta de los seres que los ‘invitaron’. La travesía interestelar es muy sabrosa porque se la pasaron durmiendo, es decir viajaron estilo Lionel Messi: regenerándose celularmente
Hay gente que cuando duerme mucho se levanta de mal humor o con hambre, pero los exploradores salieron de sus cabinas de hipersueño todos sudados, que trasboca el uno por acá, que la otra también trasboca, que el androide con apariencia humana les pasa una toalla y les acerca el balde para que trasboquen. En fin.
-Los aventureros llegan a Teotihuacan, o a una edificación que parece la pirámide del Sol sin los turistas, y comienzan a socializar con unas criaturas muy desagradables y cascarrabias que fueron creadas por unos alienígenas que parecen todos los miembros de la banda ‘Right Said Fred’. Sí, esos que cantaban: “¡I am too sexy for Milan, New York and Japan!”
-Y comienza la carnicería estilo “a los alienígenas no nos gusta que los primitivos terrícolas nos vengan a despertar de nuestra siesta milenaria”.
-Entre una destripada y otra, hay una cesárea exprés –vaya giro creativo del libretista-, una decapitación, una amputación y una combustión. ¡Corrió tanta sangre que hasta el Hombre Impermeable me dijo que se podían hacer morcillas con ella!
-Al final sólo queda una sobreviviente, que a mi juicio ya estaba lista para tomarse de un golpe un frasco de ansiolíticos, y para arreglar su problema de estrés decide curarse con la lana del mismo perro: ¡va en busca de más alienígenas!
-¡Uuf!
Con afecto intergaláctico me despido hasta otra sesión de cine.
E.M.A.
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