Todos acarreamos un pasado afectivo que nos queda de lo que tuvimos con otras parejas y, con frecuencia, los buenos o malos ejemplos que observamos de la relación de nuestros padres. Hay que aprender a tomar del pasado lo útil, lo constructivo, y poner aun lado la paja, el ruido. Cuando rastros de relaciones pasadas tienden a regresar a una relación del presente se está abonando el terreno para que crezcan odios y obsesiones. Nada es peor que pelear contra recuerdos, suposiciones y fantasmas. Hay un refrán que dice: “lo que no es tu año no te hace daño”.
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