Encontrar pareja tiende a estar influenciado por la opinión de los otros o ideas que los demás han dejado en ti, las que tal vez no has procesado críticamente y ahora dirigen tu comportamiento. Ahí están el punto de vista de tus amigos, de tus padres, otras personas cercanas a ti, quizás las actitudes de algún personaje famoso que admiras.
No hay nada de extraño que los demás afecten las decisiones personales, dado que los seres humanos vivimos en sociedad y mucho de lo que pasa en nuestras vidas tiene la dirección que toma el grupo. Tampoco está demás pedir una opinión para buscar un punto de referencia en un momento dado.
Sin embargo, los afectos están enraizados en lo más profundo de quienes somos, justo aquí, en medio de nuestro pecho. Puedes consultar a quien quieras acerca de cómo llevar tu relación, pero a la larga lo que más contará es cuán honesta es tu decisión…y a menudo no somos honestos con nosotros. Cabe añadir que en ocasiones la sociedad es una escuela de hipocresía que te entrena para mentir y mentirte.
La gente inventa con la cabeza argumentos para suplir lo que no viene de sus corazones. A la larga estar con alguien por conveniencias, cálculos y razones externas a lo que realmente importa pueden pasarte factura: “me case para vestirme de blanco”; “estoy con fulano porque es quienes mis padres han elegido para mí”; “aunque no la quiero, estoy con ella porque no me gusta estar sólo”; etc.
Una relación puede ser algo esencial en la vida de uno. Es con la pareja con quien uno se mete a la cama, se levanta, convive, comparte proyectos, alegrías, malos ratos, incluso envejece y tiene hijos. Ya que la pareja y la vida que podríamos llevar con ella es tan consustancial a quienes somos, es preciso elegirla tomando en cuenta primero los sentimientos de tu compañer@ y los tuyos antes que los del resto.
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