Queridas amigas y amigos,
Hasta hace poco había una serie pruebas que confirmaban que el mundo está patas para arriba. Entre esas manifestaciones del absurdo están refranes como “En casa de herrero cuchillo de palo” o aquella sentencia que cantaba Julio Iglesias: Tropecé de nuevo y con la misma piedra. Con el afán de reparar estos desperfectos, decidí hacer un experimento que consistía en darle reversa a contradicciones de ese tipo. Esto fue lo que pasó:
Contradicción 1: “Cuando se bebe hasta don Cuco parece guapo.”
Son conocidas al nivel mundial las propiedades del alcohol en materia de suavizar las facciones de los poco agraciados: aquel bachiller de ceja única y crispada se transforma en todo un efebo ante los ojos de la chica ebria en la discoteca. Por otro lado, cuando el chico está tambaleándose en una noche de parranda, le comienza a parecer que la chica de alargado cráneo alenígena se transforma en una sensual morena de piel color aceituna.
No obstante, si se le da retro a este absurdo producido por el alcohol, resulta que a medida que nos vamos emborrachando la realidad se mostraría como es: la ceja del nervioso bachiller permanecería alargada y prominente, en tanto que la chica que parece venida de Marte seguiría teniendo un look marciano. La aterradora conclusión es que el alcohol dejaría de ser el tónico embellecedor, la sustancia favorita de los escapistas de la realidad, al punto de que ya no sería divertido tratar de ahogar las penas en el trago. ¡Salud!
Contradicción 2: “Los polos opuestos se atraen.”
Al darle retro a esta contradicción, lo que ocurriría es que el mundo comenzaría a poblarse de parejas de seres que se parecen y tienen las mismas manías. De ese modo, nos encontraríamos en la calle con duplas como la que integraron Jorge Porcel + Alberto Olmedo allá en el Buenos Aires de los ochentas:
o con gente que nos recordaría a Arnold Schwabcdefghijklmnopqrstuvwxyz y Dany De Vito cuando jugaban a ser gemelos -el uno con esteroides y el otro sin esteroides, claro está:
o con unos románticos parecidos a Frankenstein y su bien ensamblada esposa:
o con unos transeúntes muy pulcros que nos recordarían a los inolvidables Santo y Blue Demón (¡ellos siempre tan elegantes!):
Contradicción 3: “No hay mal que por bien no venga.”
¿Y quién quiere males? Que venga el bien porque tiene que venir, ya que uno es talentoso, guapo, dinámico, siempre feliz y creativo, todo un habitante del planeta Facebook. Uno se merece todos los placeres de la vida porque sí…¡¿y qué?!
Hasta la próxima,
E.M.A.
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