Queridos clientes en cuyos corazones ya late el sentimiento navideño,
Aquí les va otra entrega con más reflexiones acerca de las conexiones entre amor, alta tecnología y afectos. Dice el diccionario que un robot es una “Máquina o ingenio electrónico programable, capaz de manipular objetos y realizar operaciones antes reservadas solo a las personas”.
Si esa es la definción de un robot, es factible sostener que los “emoticones” -esas caritas felices que nos mandamos por el chat y en los mensajes de texto- son robots. Lo son porque hay personas que crean y programan emoticones para ejecuten tareas propias de los seres humanos: sonreír; hacer gestos de saludo y despedida; llorar; enojarse; bailar y más.
Cuando chateamos con la pareja de uno disponemos en la pantalla de una pequeña fábrica de robots/emoticones con los que poblamos nuestros mensajes. De hecho estos robots nos ayudan a enfatizar y expresar lo que sentimos por alguien.
He conversado largo rato acerca de este tema con El Hombre Impermeable y me ha dicho que él piensa que en un momento la tecnología nos permitirá que le digamos a la novia “voy a la refri a por una soda, entretanto te dejo aquí con un mini documental en el que mis emoticones te interpretarán cómo me siento”.
El que ahora se va a la refri a buscar una soda soy yo, pero aquí les puse un videíto en el que podemos apreciar todo un ballet interpretado por los diminutos emoticones de Skype -¡cómo han cambiado los tiempos!, ahora a nadie le importa que ha sido de los 7 enanos de Blancanieves o de los Pitufos-.
Con afecto,
E.M.A.
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