Selecta clientela de esta mecánica güeb,
El Hombre Impermeable me anda tratando de convencer de que vaya a ver la última película de Harry Potter –¿la VIII? ¿X? ¿XII?, ya ni sé-.
Le he insistido que no me da ganas de hacerlo por la sencilla razón de que después de haber visto varias entregas de la historia del joven mago británico siento que fui al cine a ver la misma película una y otra vez.
Todo se repite: las intrigas respecto de quién es amigo y quién no; la música dramática; el cielo gris y las ventiscas que presagian que algo malo va a pasar; la atracción que no termina de concretarse entre Harry y su amiguita Hermione; el misterio a resolverse que es contado de una manera tan misteriosa que termina por volverse un misterio al cubo –o misterio³-.
Y todo eso viene bañado en una salsa que da empacho condimentada con efectos especiales en la que flotan brujas, gigantes, bichos quiméricos, hechizos y las barbas de tal o cuál mago.
Es por ello que pienso que Harry Potter es el nuevo Ricardo Arjona o por lo menos el Ricardo Arjona del género de la fantasía. ¿Por qué? Bueno, sucede que el cantautorguatemaltecodelargamelena es muy aplicado en eso de envasar lo mismo con diferente empaque –para más detalles favor consultar ¡Cambien el disco (1)¡-.
Con esta precisión musicológico/cinematográfica me despido,
E.M.A
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